Más filosofía, ciencia y poesía para tiempos inciertos
En estos tiempos confusos, quizás sea más necesario que nunca recuperar la conexión entre filosofía, ciencia y artes para entender la complejidad del mundo que vivimos.
En estos tiempos confusos, quizás sea más necesario que nunca recuperar la conexión entre filosofía, ciencia y artes para entender la complejidad del mundo que vivimos.
Soy de la generación del babyboom. Crecí en democracia, al ritmo de las conquistas sociales, políticas, económicas. Un mundo de relativa paz, prosperidad y bienestar que cometimos el error de dar fácilmente por sentado.
A pesar de la oscuridad de su obra, la poesía de Alejandra Pizarnik emite en sus versos bellísimos destellos de luz que iluminan su visión del amor, de la muerte y la angustia vital que la dominó durante toda su existencia.
Incredulidad y tristeza. Eso es lo que sentí al saber la muerte de Almudena Grandes. Su voz literaria me ha acompañado casi desde los veinte años, hasta ahora. Gustaran o no sus novelas, no hay batalla ideológica que pueda manchar el hecho de que ha sido una de las grandes escritoras de los últimos treinta años.
¿Existe la mujer justa para alguien? ¿Cómo sería? ¿Amamos de manera distinta las mujeres y los hombres? La respuesta nunca sencilla a estas preguntas podría estar dentro de la novela La mujer justa, de Sándor Márail.
A menudo pienso en cómo recordaremos ciertos acontecimientos históricos al cabo del tiempo, qué contarán los libros sobre esta época. Desde luego, lo que tengo claro es que este 2020 será un año que jamás olvidaremos.
Podría haberlo publicado hoy o cualquier otro día del año porque los poemas de Benedetti son siempre la mejor compañía cuando llueve, cuando paseo, cuando sale el sol o cuando hace frío, en el desayuno o a las puertas del sueño, da igual. Siempre Benedetti.
Decía María Zambrano que el amor al saber determina una cierta manera de vivir. Y también una forma de enfrentarse a un mundo cada vez más rápido y cambiante, diría yo.
¿Tenemos una única alma? ¿O varias? Sostiene Pereira que anda un poco confuso. Que tal vez todo cuanto pensaba hasta ahora no tenga sentido. Que tal vez esos chicos que le empujan a mirar más allá de sí mismo, tengan razón. Y entonces, ¿qué sería él entonces? ¿Quién sería él?
Un fósforo, una vela y el aliento de la persona amada son suficientes para alimentarnos el alma. Así lo cuenta, al menos, Laura Esquivel en su preciosa novela “Como agua para chocolate”.