Amor, muerte y angustia vital en 5 poemas de Alejandra Pizarnik

Cuando descubro una poesía que me atrapa por las razones que sean —el ritmo, la cadencia, sus significados, las imágenes que evoca…— lo primero que hago siempre que puedo es investigar un poco a la persona que hay detrás de esos versos. A veces, me ilumina la lectura; en otros casos, tal vez no sea tan necesario ya que los versos se explican en sí mismos, pero al ser la poesía una creación tan íntima, tan subjetiva, me gusta conocer algo más de la biografía del poeta. Me ayuda a entender, a contextualizar.

En el caso de Alejandra Pizarnik fue así. Sus poemas, sus versos, reflejan esa pulsión de angustia y muerte que marcó su vida desde la juventud hasta su suicidio temprano, con treinta y seis años, en su apartamento de Buenos Aires, donde dejó un solo mensaje: «No quiero ir nada más que hasta el fondo».

«Aún no rechazo íntegramente el mundo; aún me aferro a los engaños gestadores de ilusiones fantásticas. Aún sopla en mí la optimista esperanza de hallar el puente transitable entre los límites y el infinito. Aún no tengo conciencia de la total impotencia del hombre», dice en sus diarios.

Nacida en 1936, Pizarnik era hija de un matrimonio ruso-judío que huyó del fascismo de Hitler y el estalinismo antes para asentarse en Argentina. Allí nació, estudió Filosofía y Letras, y también probó con la pintura. Creció sufriendo de asma y de una timidez insana que le provocaba un leve tartamudeo. El lenguaje, la poesía, fue el único refugio de su fragilidad ante un mundo que no entendía, que le causaba extrañeza, y por el que siempre caminó en los bordes del abismo del miedo a la locura, a sí misma. Toda su obra gira en torno a esa angustia vital, la infancia y el amor al que renuncia por su obsesiva vocación literaria.

«No sé hablar más que de la vida, de la poesía y de la muerte. Todo lo demás me inhibe, o, lo que es lo mismo, es objeto de mi humor». […] «He meditado en la posibilidad de enloquecer. Ello sucederá cuando deje de escribir. Cuando la literatura no me interese más».

5 poemas de Alejandra Pizarnik

FIESTA

He desplegado mi orfandad
sobre la mesa como un mapa.
Dibujé el itinerario
hacia mi lugar al viento.
Los que llegan no me encuentran.
Los que espero no existen.

Y he bebido licores furiosos
Para transmutar los rostros

en un ángel, en vasos vacíos.

***

QUIEN ALUMBRA

cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Solo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante

***

[SIN TÍTULO]

cuidado con las palabras
                                       (dijo)
tienen filo
                te cortarán la lengua
cuidado
                te hundirán en la cárcel
cuidado
                no despertar a las palabras
acuéstate en las arenas negras
y que el mar te entierre
y que los cuervos se suiciden en tus ojos cerrados
cuídate
               no tientes a los ángeles de las vocales
no atraigas frases
                             poemas
                                          versos
no tienes nada que decir
nada que defender
sueña sueña que no estás aquí
que ya te has ido
que todo ha terminado

***

SOLAMENTE LAS NOCHES

escribiendo
he pedido, he perdido

en esta noche, en este mundo,
abrazada a vos,
alegría de naufragio.

he querido sacrificar mis días y mis semanas
en las ceremonias del poema

he implorado tanto
desde el fondo de los fondos
de mi escritura.

Coger y morir no tiene adjetivos.

***

Yo voces.
Yo el gran salto.

Cuando la noche sea mi memoria
Mi memoria será la noche.


Poemas extraídos de Alejandra Pizarnik. Poesía completa. Edición a cargo de Ana Beccia. Editorial Lumen.

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